La curiosa historia del croissant que no era francés
Oh la la ! qué ricos están las baguettes, galettes, éclairs, pains au chocolat… Qué buena mano tienen los franceses con la cocina y qué bien han sabido sacarle partido a la repostería. Prueba de ello son sus croissants, o como diríamos en español, los cruasáns. Aunque en realidad, mon amour, los croissants mucho de francés no tienen. Digamos que los franceses se los apropiaron hace muchos años pero, al César lo que es del César: el croissant en realidad nació en Viena.
¿Cómo y cuándo empezó la historia del croissant? Tenemos que remontarnos a la Viena del siglo XVI. El imperio otomano se expandía por toda Europa y los turcos llevaban sitiando Viena desde 1529. En el primer asalto les salió el tiro por la culata pero lo intentaron una segunda vez en 1683 en la batalla de Kahlenberg.
Los turcos seguían erre que erre intentando quedarse con Viena pero los vieneses no se rendían tan fácilmente. El cansancio empezaba a pasar factura a las tropas otomanas cuando éstas decidieron empezar a construir unos túneles por debajo de las murallas para poder acceder a la ciudad. Como estaban liados con la guerra por el día, decidieron dejar lo de excavar túneles para la noche, aprovechando que los vieneses dormían y no se enterarían. Pero, ¿quiénes descansaban de día y trabajaban de noche? Nada más ni nada menos que los panaderos.
Así pues, mientras los panaderos se ponían manos a la obra para alegrarles el desayuno a los vieneses, empezaron a escuchar unos ruidos extraños que parecían picos y palas. Enseguida alarmaron al ejército, que dio al traste con los planes de los otomanos.
Leopoldo I, emperador de Austria, orgulloso de los avispados panaderos, les concedió varios privilegios. Éstos por su parte decidieron hacer un bollo con forma de media luna llamado kipferl como agradecimiento al emperador. Aunque también lo hicieron para mofarse de los turcos, ya que la media luna es uno de los símbolos que conforma la bandera turca. Así fue como nació el croissant en 1683.
En realidad Viena no se salvó de los turcos gracias a esto. El duque de Lorena y los polacos contribuyeron significativamente a echar a los otomanos de la ciudad finalmente.
¿Y cómo se pasó del kipferl al croissant? La forma de media luna vienesa llegó a Francia en el siglo XVIII de la mano de María Antonieta, hija de la emperatriz austríaca Maria Theresa. Sin embargo, se hicieron algunos cambios. La masa sería de brioche y la forma de luna creciente. A finales del siglo XIX el croissant se empezó a elaborar con masa danesa.
Y ésta es la curiosa historia del cruasán que empezó siendo vienés y terminó siendo francés.
10 Comentarios
Nicolás Garzón Lozano
Que buena historia: mueve la imaginación e insita al paladar.
Miss Vivécdotas
¡Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado 🙂
Nuria de Espinosa
Y nosotros convencidos que era francés, jajaja. Qué bueno. Un abrazo
Miss Vivécdotas
La mayoría de los franceses siguen convencidos de ello 😉
Un abrazo y gracias por tu comentario.
Ramón Martín
Si que es una historia curiosa. Gracias por compartir.
Miss Vivécdotas
A ti por interesarte en echarle un vistazo 🙂
Ric
Muchas gracias compañera por esa vivécdota tan interesante, los franceses, en su línea, haciendo suyo lo que no lo es, saludos de un compañero
Miss Vivécdotas
Gracias a ti por leerme 😉
Un saludo.
Beatriz
Que interesante. Muchas gracias, porque no tenía ni idea.
Miss Vivécdotas
Gracias a ti 😉