
Emigrar a otro país y lidiar con las críticas de tu gente
Hace ya unos años que emigré a Alemania. No por gusto, sino porque las repetidas crisis económicas que estaban dejando seco a mi país me obligaron a emigrar.
Me encanta España y siempre hablo maravillas de mi país a cualquier persona que me pregunte. Por desgracia, al terminar mis estudios, me auguraba un futuro poco prometedor y aunque intenté quedarme, al final decidí probar suerte en tierras lejanas.
Me concedieron una beca para buscar unas prácticas en el extranjero. Si no hubiese sido por esta beca, no me hubiese podido permitir emigrar. Encontrarlas no fue fácil, ya que desconocía totalmente las empresas alemanas, los procesos y el idioma. Pero a base de insistir, conseguí por fin encontrar algo que se adaptara a mis estudios.
La llegada y el tiempo ❄️
Me fui en pleno invierno con una mano delante y otra detrás. No conocía a nadie. No sabía hablar alemán, sólo inglés. No sabía lo que me iba a encontrar. ¿La llegada? No fue brillante, para que nos vamos a engañar. Mi maleta no llegó. Estábamos a menos 20 grados y la ropa y el calzado de invierno que llevaba no me hacía inmune a unas temperaturas a las que nunca me había enfrentado. Primera lección aprendida.

¿La segunda lección? Los inviernos se hacen muy largos y pesados, sobre todo cuando te das cuenta que a las 16:00 es completamente de noche, muchos comercios cierran y no hay nadie en la calle. Tu humor se ve trastocado. Y, ¿qué decir cuando el invierno se alarga hasta el mes de abril, pasando directamente del frío extremo al calor?. Primavera, ¿dónde estabas cuando más te necesitaba?
El idioma 🙉
Al principio viví en un par de pisos compartidos. En el primero, mis compañeras alemanas chapurreaban inglés. En el segundo, era yo la que tenía que chapurrear alemán. La convivencia no fue un camino de rosas, sobre todo cuando te das cuenta de que no puedes expresar exactamente lo que quieres en otro idioma. Aprender alemán no es nada fácil. En mi opinión, no es un idioma bonito y su controvertida gramática lo hace incluso menos atractivo. Conlleva mucho tiempo, comederos de cabeza y meteduras de pata.

Es cierto que es un idioma que puede sonar como si la gente estuviera enfadada o discutiendo, pero una vez lo comprendes y entiendes la cultura alemana, te das cuenta de que no es así en absoluto. Los alemanes, por el contrario, suelen quedarse embelesados escuchando el español pero a menudo piensan que hablamos demasiado rápido y somos muy gritones (esto último lo puedo corroborar, sobre todo cuando me cruzo con turistas españoles).
Aún recuerdo el primer libro de alemán que me compré. Según lo abrí, me dieron ganas de llorar.

Es cierto que con inglés un@ se las puede apañar bastante bien en el país, sobre todo como turista, pero el alemán te abre muchas más puertas si es que quieres quedarte a vivir.
Por una parte, los alemanes aprecian mucho que alguien hable su idioma. Siempre muestran su simpatía y te alaban por ello. Por otra parte, saber alemán siempre te abre muchas más puertas en el mercado laboral. Es un plus que también puede traducirse en una mejora salarial.
Además, saber alemán te ayuda a sacarte las castañas del fuego por ti mism@ sin tener que depender de nadie. Cuando llegué a Alemania no existían los Smartphones, así que salía de casa con mi mapa desplegable, el mapa del metro y un diccionario (sí, pocas generaciones sabrán de esas cosas “en papel” a las que me refiero), pero me sacaron de apuros varios.
Ir a comprar, al médico, a la peluquería, al banco, llamar a tu casero… No des por sentado que todo el mundo sabe o debe hablar inglés. Hay generaciones de alemanes que se criaron durante la guerra o la época de la DDR (República Democrática Alemana) y aprendieron ruso en lugar de inglés o no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela. Lo mismo pasa con las generaciones más jóvenes. Algunos hablan inglés con fluidez y otros solo lo chapurrean.
Además, en los organismos oficiales como el ayuntamiento, hacienda o la oficina del paro, aunque sepan inglés, te obligarán a hablar alemán porque es el idioma oficial, por responsabilidad legal y evitar malentendidos. Así que en todos estos casos, si no sabes el idioma, siempre vas a depender de alguien que te eche una mano. Y créeme, con el tiempo desearás poder apañártelas sol@.

¿Cómo aprender alemán? Yendo a clases, leyendo libros, escuchando música, viendo la tele y hablando, hablando y hablando. Esta última parte es la más importante en cuanto se tenga una base de vocabulario. El alemán es un idioma complicado (declinaciones, muchas reglas y excepciones, verbos diferentes, estructuras de las frases, etc.) y cuanto antes se ponga en práctica, más rápido se aprende. Yo me encontré con las trabas de la costumbre de comunicarme más a menudo en inglés pero echándole horas, paciencia y cometiendo muchos fallos, logré salir del paso.
El trabajo 💼
Los comienzos de mi experiencia laboral fueron duros. Mis primeras prácticas no eran remuneradas. Malvivía con la beca que me concedieron. Lo que en un principio iban a ser unos meses de prácticas, terminaron convirtiéndose en una larga estancia. Eso sí, cambiando de empresa varias veces buscando siempre un futuro mejor.
Las siguientes prácticas fueron malamente remuneradas. Tenía que combinarlas con otro trabajo para poder llegar a fin de mes. Por aquel entonces no existía una ley en Alemania que protegiera a los practicantes de la explotación laboral pésimamente compensada. Llegó unos 4 años después. Por desgracia a mí me tocó pasar el mal trago.
Lidié con largas horas de trabajo no remuneradas, contratos y despidos exprés, xenofobia, machismo… Por supuesto esto pasó hace mucho tiempo y dentro de empresas start up, pero como ves nada es perfecto en Alemania.

Desde entonces el panorama ha cambiado bastante y, por suerte, para mejor. Aún así, trabajar en un país extranjero supone adaptarse a las normas, los ritmos y los procesos del mismo.
¿Son los alemanes tan trabajadores y cuadriculados como dicen? La respuesta es que hay de todo. Si bien es cierto que le dan mucha importancia a la profesionalidad y algunos le echan más horas al trabajo que a su vida social, también he conocido alemanes más vagos que la chaqueta de un guardia. La descripción de cuadriculado quizás se ajuste más a la realidad. Los alemanes son bastante directos. No les gusta andarse con rodeos, ni perder su tiempo. Por eso esperan respuestas sencillas, concisas y que vayan al grano.
¿Y en las empresas hay que echarle muchas horas? También diría que depende. Como expliqué antes, en mis comienzos me topé con empresas en las que tenía que hacer más horas de las debidas pero por suerte nunca me ha vuelto a pasar. En el resto he contado con bastante flexibilidad. Sí es cierto que en las empresas puramente alemanas y tradicionales, muchos jefes le echan bastantes horas como parte de su responsabilidad.
Sin embargo, dentro de las cosas negativas que he vivido también ha habido muchas cosas positivas: la flexibilidad laboral y de bajas por enfermedad, el teletrabajo, los ambientes multiculturales, la posibilidad de crecer y desarrollarse profesionalmente, las colaboraciones en equipo, las subidas de sueldo, los beneficios de empleado, las ayudas del paro (no solo económicas sino también de formación), etc.
La vivienda 🏠
Buscar piso en Alemania es una odisea. Por supuesto depende de la zona del país en la que vivas pero si tienes pensado ir a una gran metrópolis como Berlín, no será tarea fácil.
Como en España, existen diferencias económicas entre diferentes regiones o ciudades. Por ejemplo, Múnich es una ciudad cara pero los salarios también son más altos. Por el contrario, Berlín, a pesar de ser la capital, se la considera “arm aber sexy”, o sea, pobre pero sexy. Por allá entre el 2010-2015 se podían encontrar alquileres decentes. A partir de entonces los alquileres se han puesto por las nubes sin que los salarios se hayan visto compensados.

Buscar piso se ha vuelto casi como buscar un trabajo. Cuando visitas un piso, aquello se convierte en un casting de personas deseando lo mismo que tú. ¿Quiénes serán los afortunad@s?
Además hay que tener en cuenta que muy pocos alemanes tienen una vivienda en propiedad. De hecho, Alemania es el país de la Unión Europea que tiene más de la mitad de su población (52%) viviendo de alquiler.
El choque cultural 🇩🇪
Otra de las cosas que hay que aceptar al emigrar a otro país es que todo será distinto. El choque cultural es inevitable. No estás en tu país y tienes que acostumbrarte a otro tipo de vida y de mentalidad.
¿Son los alemanes alt@s, rubi@s, comen salchichas y beben cerveza todo el tiempo? Es como decir que por ser español estás todo el día de fiesta comiendo paella, que tu madre es bailaora flamenca y tu padre torero. Tópicos desmitificados, empecemos por mencionar algunas realidades que yo he vivido en primera persona.

Como en España, existen muchas diferencias regionales, tanto en costumbres, como en la forma de ser e incluso en el acento o dialecto. No tiene el mismo sentido del humor un alemán de Colonia que uno de Berlín, ni el mismo acento en el norte de Alemania que en el sur. Es más, entre algunas regiones les cuesta entenderse. Por ejemplo, a los berlineses no les gusta para nada el acento de Baviera. Lo mismo pasa en cuanto a costumbres, intereses económicos y sentido de pertenencia. Berlín y Múnich tienen tiranteces similares a las que puedan tener madrileños y catalanes.
Además, a pesar de que el muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989 permitiendo la reunificación del país, los alemanes siguen teniendo muy presente las 2 Alemanias: la oriental y la occidental, o lo que ellos llaman «las comunidades antiguas y nuevas». ¿Por qué?

A día de hoy sigue habiendo diferencias económicas y políticas que generan gran malestar entre la población de la zona oriental o este de Alemania. El sistema socialista padecía graves problemas económicos como el endeudamiento y la productividad y tecnologías deficientes, lo cual dejó a la Alemania del este más estancada. Mientras que las exportaciones, el producto interior bruto y la productividad son mayores en la Alemania occidental, los salarios son mucho menores en la Alemania oriental.
No importa en la parte de Alemania en la que se viva, al fin y al cabo sigue siendo otro país y hay que adaptarse a su entorno e intentar comprender la mentalidad alemana. A continuación, te cuento algunas cosas que a mí me chocaron al principio pero que con el tiempo ya he aprendido a interiorizar:
- ¿Hacer amigos alemanes? No es fácil pero tampoco imposible. A mí al principio me costó porque mis grupos de amigos eran internacionales y por algún motivo los alemanes no se animaban a unirse. Poco a poco fui conociendo más alemanes pero respetando sus tiempos. Les resulta casi imposible hacer planes espontáneos y suelen tirar literalmente de agenda para planear la siguiente “quedada”. Eso sí, ellos mismos dicen que no es fácil hacer amigos alemanes pero una vez que los tienes puedes contar con ellos para siempre.
- El carácter alemán por supuesto es muy diferente del español. Como mencionaba antes, varía dependiendo de la región pero por lo general son muy directos y honestos. Si algo no les gusta, te lo dirán siempre a la cara sin importar el nivel de confianza. Les encanta cumplir las normas y si ven que alguien no lo hace (como cruzar un semáforo en rojo o no reciclar correctamente), te lo harán saber.
- ¿Son fríos? Desde nuestro punto de vista, quizás. No son tan besucones como nosotros. He visto a padres e hijos saludarse con un simple apretón de manos después de meses sin verse. Para ellos, eso no significa falta de amor o cariño.

- El silencio. Es una de las cosas que hoy en día me sigue llamando la atención. No importa si estás en una gran ciudad. No encontrarás a la gente dando voces en el metro, por ejemplo. Y una de las cosas que más me gusta ver, es que no todo el mundo va mirando el móvil, sino leyendo un libro o incluso el periódico.
- Sí, les gusta la puntualidad, excepto a la Deutsche Bahn (empresa de trenes), que funciona pésimamente. Increíble pero cierto. En Alemania no todo va sobre ruedas. De hecho, en cuanto a la red de ferrocarriles, los alemanes tienen mucho que envidiar a España.
- Las tradiciones y eventos alemanes darían para un artículo en sí. Solo por mencionar algunas cosas: la música Schlager (es parte del folclore del país. Es tan popular que de hecho hay locales de Schlager en Mallorca), los Flohmärkte (los mercadillos de segunda mano son muy habituales. Incluso los niños se ponen a vender sus juguetes en la calle), y los mercadillos en general. Hay tantos a lo largo del año que parece que siempre tienen algo que celebrar: mercadillos de navidad, de primavera, Pascua, medievales, de comida internacional, de diseño, de productos ecológicos, etc.
- En la televisión nunca había visto tantos reportajes y documentales sobre la guerra. Es un tema bastante recurrente en los medios, quizás porque son muy conscientes de lo que el país sufrió y quieren que las nuevas generaciones lo tengan muy presente. Por otra parte, no suele haber programas de cotilleo. Suelen respetar bastante la vida privada de las celebrities y no se sientan en un plató a discutir quién le puso los cuernos a quién.
- La burocracia no es un mito. En este país les gusta, sobre todo en papel. La digitalización va apareciendo pero muy poco a poco.

- La comida no es algo a lo que le dediquen tanto tiempo como nosotros. No hay sobremesa. En los restaurantes y cafeterías, en cuanto se termina de comer, l@s camarer@s invitan a consumir más o irse. Además, a los alemanes les gusta dividir las cuentas y pagar por separado.
- Beber alcohol en la calle es algo normal. Comprarse un refresco o una cerveza en un Späti e ir paseando o sentarse en un parque público a beber está permitido. Además, es muy normal dejar las botellas vacías en la calle, ya que contienen un “Pfand” o depósito que se recupera al devolverlas al supermercado. Muchas personas con dificultades económicas se dedican a recogerlas para ganarse unos eurillos.
- Las fiestas son bastante peculiares. No tienen el mismo espíritu festivo que en España, sino que son más tranquilos. Yo he asistido a fiestas en las que todo el mundo estaba sentado y charlando o simplemente escuchando música. Nadie bailaba. Cumpleaños en los que el anfitrión enviaba con antelación un email con una lista de sus regalos deseados y bodas en los que cada invitad@ tenía que llevar algo de comer.
- La bicicleta. Muy similar a Holanda, Alemania está muy adaptada al uso de bicicleta como cualquier otro medio de transporte. Hay carriles bici por todas partes y es muy cómodo y rápido llegar a cualquier parte con ella.
La nostalgia ❤️
Dicen que “no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde”. Después de mucho tiempo en el extranjero, lo puedo confirmar. España no es perfecta pero hay muchas cosas que siempre se echarán de menos. Algunas pueden parecer pequeñeces, pero la distancia no hace el olvido.
La comida. Tengo muchos amig@s que echan de menos cosas como el Cola Cao, el embutido o el aceite de oliva. Personalmente, lo que más echo de menos es la cocina tan variada que tenemos en España y los productos frescos. Tanto la carne, el pescado, como las frutas y verduras no tienen ni punto de comparación con «la calidad» de los productos alemanes.

El sentido del humor con la ironía y el sarcasmo que nos caracteriza, la cercanía, la facilidad para conocer gente o hacer amigos y la espontaneidad.
El tiempo, en el sentido de horas de luz y la vida en la calle, ya sea verano o invierno.
La fregona. Ahora ya es posible comprar una fregona en Alemania pero cuando llegué, no había apenas. Aún recuerdo a mi compañera de piso limpiando el suelo con una bayeta empujada por un palo.
Las persianas y los suelos sin moqueta.
El poder desenvolverme igual de bien que lo haría en mi idioma.
La familia, los amigos… En fin, un sin fin de cosas.
Lidiar con las críticas de tu gente 💬
Como ves, emigrar no pasa de la noche a la mañana, nada es sencillo ni viene regalado. Emigrar es un proceso de cambios, aprendizajes, soledad, adaptación, morriña y muchos altibajos.
No suficiente con todo lo que esto supone, encima hay que lidiar con los comentarios de la gente de tu propio país. Esa gente que por envidia, falta de empatía o pura ignorancia da su opinión sobre todo sin saber nada:
“Ya ha vuelto la alemana” (con retintín como si por el hecho de vivir en el extranjero fuera automáticamente de clase alta), “claro, como allí vivís tan bien y Merkel manda en España”, “te has ido a Alemania a vivir la vida” …
Estás deseando volver a tu país para sentirte “como en casa” por un tiempo y de repente, sin comerlo ni beberlo, te encuentras con ataques constantes sin sentido.
Por eso, solo puedo decir que antes de criticar a alguien que ha tenido que emigrar, párate e intenta imaginarte el sacrificio y el valor que eso supone. Y sino, te animo a volver a leer este artículo otra vez y ponerte en mi piel.
Y tú, ¿has vivido alguna vez en el extranjero y has vivido situaciones y lidiado con críticas parecidas?

5 Comentarios
Beatriz Moragues
Qué interesante artículo, Cristina!! Me ha sacado una enorme sonrisa la imagen que has puesto de la palabra ciencia escrita en varios idiomas, entre ellos el alemán 😵💫 Viendo eso, a una se le van las ganas de aprender el idioma 😁 En el tema de alquiler de viviendas, veo que están tan mal como aquí en España. Y me ha llamado la atención el final del artículo, porque sabía que hay gente que tolera mal a los emigrantes, pero lo que tú cuentas me ha parecido surrealista 🤷🏻♀️ Saludos!!
Miss Vivécdotas
Muchas gracias por tu comentario, Beatriz.
No te voy a mentir. Cuando empecé a aprender alemán, lo primero que pensé fue: ¿en qué jardín me estoy metiendo? Mira que me gusta aprender idiomas pero el alemán lo tuve atravesado desde el principio. Con el tiempo y entendiendo la manera de pensar de ellos, me fue gustando un poco más.
Y ya ves… A veces tus seres más cercanos son poco tolerantes y hacen comentarios surrealistas sin conocer la verdadera historia que hay detrás. Es triste pero cierto.
¡Un saludo!
Tarkion
Cristina, este artículo es de esos que no solo se leen, sino que se sienten. Has plasmado con una claridad brutal lo que significa emigrar: la incertidumbre, el aprendizaje forzado, la nostalgia y, por supuesto, las críticas gratuitas de quienes nunca han dado un solo paso fuera de su zona de confort, pero sienten la necesidad de opinar.
La parte sobre «Lidiar con las críticas de tu gente» da en el clavo. Qué fácil es hablar desde la ignorancia, repetir frases vacías sin pensar en la historia real que hay detrás. No es envidia, ni curiosidad; es puro desinterés disfrazado de comentario casual. No intentan comprender, ni empatizar, solo proyectan sus prejuicios sin pararse a pensar en la persona que tienen delante. Y lo peor es que ni siquiera se dan cuenta del daño que pueden hacer con su ligereza al hablar.
Pero lo mejor de tu relato es que no se queda en la queja, sino que es una oda a la resistencia. Muestras que, pese a todo, se aprende, se crece y se encuentra un nuevo equilibrio. Y aunque la nostalgia siempre esté ahí, lo que realmente pesa es lo vivido, no lo que otros creen saber.
Brutal, directo y con esa mezcla perfecta de crudeza y cariño. ¡Un placer leerte, compañera!
Miss Vivécdotas
Hola Tarkion,
me alegro que lo hayas sentido. En el fondo, esa era mi intención. Es duro expresar lo que se siente estando fuera pero de esta manera me he podido desahogar bien.
La parte de lidiar con la gente, «mi gente», es quizás de las cosas más duras porque, como bien dices, duele escuchar comentarios ofensivos de las personas que supuestamente te quieren y/o te conocen. Y lo peor de todo es que parecen ni darse cuenta.
Muchas gracias por leerme y compartir tu opinión. ¡Un abrazo!
Ric
Hola Cristina
Me ha encantado, este es el tipo de artículos que me gustaría tener en mi Blog, las experiencias, además aquí hablas de un tema importante: ser un emigrante
En estos momentos, yo estoy viviendo a caballo entre España y Colombia, hoy en esta última, comparar las costumbres, cultura y demas cosas me parece importante para conservarlo en nuestros Blogs.
En tu caso, además, tenemos el problema del idioma y eso que tú hablas inglés y esto te ayuda en Europa, pero hay algo que me llama mucho la atención en este estupendo artículo: la mala costumbre que tienen tus seres cercanos de juzgar sin saber, es decir, los comentarios mal medidos de las personas que se suponen que te debían animar y estar contigo, cuando tomas una decisión tan importante como emigrar y alejarte de lo que más quieres.
Mala costumbre esa de juzgar en lugar de pensar
Me encanta Cristina, cualquier cosa que nos aporte experiencia a los inquietos, felicidades por el artículo y muchas gracias por añadir el enlace a mi blog con tu post.
¡Saludos cordiales!